miércoles, 24 de febrero de 2016

Huerto urbano en familia

Y si te relaja la jardinería, si sientes la llamada de la Naturaleza a las mínimas de cambio, si te apetece darte el capricho de comer tomate que sepa a tomate, ¿por qué no te planteas montar tu propio huerto? No hace falta vivir en una casa con terreno. Internet está lleno de testimonios de aficionados y de consejos de especialistas que te ayudarán a instalar el dispositivo de plantación adecuado a tus circunstancias y preferencias.

Como bien sabes, éste no es un blog especializado en huertos urbanos, pero si me refiero a ellos es porque es una actividad magnífica para emprender en familia. Los niños se lo pasan bomba y lo digo por experiencia. Tan contentos quedamos el año pasado que para éste hemos decidido aumentar la superficie hortofrutícola en el balcón, en detrimento de la presencia de plantas y flores ornamentales. Los críos no salen de su asombro durante todo el proceso: primero, cuando ven que de las semillas que plantaron hace unos pocos días salen unos brotes verdes que crecen y crecen, y crecen tanto que hay que trasplantarlos y luego siguen creciendo y de algunos hasta salen florecitas que reciben la visita de abejas que van de acá para allá, y de las flores, ¡oh, milagro!, salen frutos y hortalizas que luego se comen y saben muy ricas, bien distintas a las del super.

La transformación continua que supone el proceso fascina a los peques y les hace estar pendientes continuamente por si se pierden algún paso de la evolución. Luego toda la cuestión de cambiar las plantas de maceteros, de ponerles a las matas palos-guía, de tener que regar y ver desde la distancia cómo papá o mamá podan y quitan las ramas y hojas que no sirven o cómo abonan la tierra para que las matas crezcan con más fuerza ... todo ese trajín, todo ese proceder extraordinario que exige el proceso según la fase en la que se esté, les estimula mucho. Y qué decir que habiendo siempre tierras y agua de por medio en toda esta historia y disponiendo de cierta licencia para enfangarse, esta actividad se convierte en algo muy atrayente.

Pero, además, tiene una cosa muy positiva, y es que les ayuda a ser conscientes de muchos aspectos: del ciclo de la vida, del respeto por las plantas, del rigor en los cuidados que el proceso va demandando, de la persistencia y la paciencia que hay que tener para que al final se obtengan los productos buscados. Pero incluso si los ajetes salen finos, son pocas las espinacas cosechadas o los pimientos no agarran, los niños sacarán la impresión de haber pasado muy buenos ratos a cuenta de la afición de los mayores por estos rinconcitos de huerta en plena ciudad. 




lunes, 8 de febrero de 2016

Hola, perro, el nuevo ha llegado

Niños y perros es una combinación ventajosa para ambas partes, siempre y cuando se conduzca bien desde un inicio. Yo, que tengo dos perros, estuve leyendo mucho y asesorándome bastante al respecto ante el nacimiento de mi primera hija, porque tenía claro que debía hacer todo lo posible porque la convivencia funcionase. Los perros eran de pleno parte de la familia.

Resumo en los siguientes puntos lo que hice y sigo haciendo ahora que he sido madre de nuevo. Espero servirte de ayuda si te encuentras en una situación similar.

Preparando el terreno

1. Procura que el perro trate con niños -con el consentimiento por supuesto de sus padres- antes de recibir a su nuevo amo. Esto hace que se vayan familiarizando con comportamientos típicos de niños y que el estado de continuo e imprevisible movimiento de los críos no les saque de quicio.

2. Deja que el perro entre a la habitación en la que va a estar el bebé, que vea cómo montas su cuna, preparas sus ropas y sus muebles. Si le prohíbes el paso, puede generar un efecto adverso y herir el instinto territorial que todo perro tiene en mayor o menor medida. Él está en su casa y no entiende por qué de repente una parte deja de estar accesible para él. Por supuesto que le tendrás que marcar límites nuevos, pero que las novedades no rompan su rutina por completo y ve haciéndolo poco a poco, no de un día para otro.

3. Cuando el perro esté tranquilo, dale a olisquear algún peluche o ropita del bebé. ¡Los perros son olfato fundamentalmente!


La presentación: "Hola perro, este es el niño; hola niño, este es el perro". Llevar a cabo la presentación de una manera satisfactoria determinará en buena medida que el vínculo que se forme entre ambas partes sea de respeto y cariño. 

1. Cuando llegues del hospital con el peque, deja que el perro se acerque y le huela.
2. No dejes de acariciar al perro y de decirle cosas bonitas -no entienden lo que dices, pero sí cómo lo dices- mientras él está en sus labores de reconocimiento del niño.
3. Preséntale al niño en un ambiente tranquilo y distendido.
4. Que no haya gente de más; los imprescindibles: bebé, mamá, papá y perro.
5. Si hay otro perro más, se harán las presentaciones primero con uno y luego con otro.

Para asegurar que la cosa funciona...

1. Por lo general, cuando estés con el bebé no ningunees al perro. Acaríciale, súmalo a pequeños planes rutinarios…
2. Que hayamos recibido a un nuevo huésped en casa no significa que ya se tenga que aparcar y apartar del disfrute de repente a quien/es han estado llenando la casa de energía y alegría. ¡Él no lo haría!
3. Para evitar celos es importante que el perro se sienta siempre atendido y querido. Piensa que se convertirá en el mejor aliado y camarada de tu/s niño/s.