Libros de tela, papel, cartón, madera, mulliditos, de plástico idóneos para hojear en la bañera. Libros de ilustraciones con diferentes texturas, con botón de melodías, con puzzles o marionetas incorporadas, con recortables, pinta-pintas o pegatinas. Libros ilustrados o monocromos, bidimensionales/ tridimensionales, con discos rotatorios, solapas que se levantan, pestañas que se deslizan.
Libros que cambian de tema y formato al ritmo que crece el niño, que se adaptan a sus gustos y hábitos: libros de textos breves y letras grandes que irán dando paso a los de textos largos y letras pequeñas.
Libros de cuentos, fábulas, poemas, canciones, de historietas para que el crío se vaya saciado a dormir... tantos y tantos libros. Libros en casa, en bibliotecas, guarderías y colegios, en librerías.
Que el niño, desde bien peque, tome, cargue, deje, vuelva a tomar, hojee, incluso mordisquee libros, va tejiendo mimbres de un futuro lector y ya se sabe que cuando uno regala o recomienda un libro, está invitando a la persona regalada/aconsejada a poner la imaginación a trabajar a toda marcha y esto sencillamente no tiene precio.