“Libros-hormigueo” o “libros-pululares”
son dos traducciones, más o menos literales, para el término alemán “Wimmelbuch”,
con el que se denomina a aquellos libros cuyas páginas rebosan de personas, animales y
cosas, implicados en docenas de acciones que tienen lugar a la vez en un
entorno común. Uno va yendo, pululando con la vista de una a otra escena,
normalmente de la vida cotidiana, vecina de otras tantas que acontecen simultáneamente
en un mismo marco, como puede ser un zoo, una granja, el centro de una ciudad o
los alrededores de una estación de tren. Hay quien define esta actividad como
hacer “pululectura” o como “pululeer” y, la verdad sea dicha, se aproxima
bastante a cómo se procede cuando uno de estos libros cae en tus manos.
©María Ortiz |
Aunque en algunos casos pueden
encontrarse pequeños cuadros de texto, la mayoría de estos libros ilustrados
multiescenas carecen de letra impresa. Dan por entendido que la misión del
lector es “cazar”, definir y verbalizar las acciones que están desarrollándose,
así como concretar las funciones y características de los elementos y/o
personajes involucrados en ellas.
Buena parte del nicho de mercado de
este material está en el público infantil. Los libros ilustrados de este tipo
suelen recomendarse a partir de los dos o tres años de edad. Dan mucho de sí, pues
a cada ilustración se le saca siempre algo nuevo. Dan pie a que niños y adultos
mantengan conversaciones inacabables y muy diferentes de una a otra vez, sobre
lo que ahí aparece y ocurre. Los adultos, en función de lo que quieran ver
reforzado en los peques, como pueda ser la ampliación del vocabulario, la
práctica de ciertas estructuras sintácticas o la capacidad de inventiva o de
interpretación, van poniendo el foco en este o aquel detalle de esta o aquella
escena. Permite muchas posibilidades que, además, se van explorando de una
manera lúdica y distendida. Hay algunos en formato bolsillo
que son ideales para entretener a la chiquillería durante los viajes.
©María Ortiz |